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En las profundidades del complejo funerario del Castillo de Huarmey, en Áncash, un equipo de investigadores liderado por Miłosz Giersz halló restos óseos de cuyes que formaron parte tanto de rituales ceremoniales como de la vida cotidiana de la cultura Wari.
El hallazgo aporta evidencia sobre la dieta de las élites antiguas y revela el papel simbólico del cuy en la cosmovisión andina. Según Giersz, las investigaciones sugieren que este animal no solo fue criado como fuente de alimento, sino que también cumplió una función ceremonial.
Los restos fueron recuperados en excavaciones iniciadas en 2010 en distintos sectores del mausoleo. Giersz destacó que el análisis sistemático fue posible gracias a la investigación de la zooarqueóloga Weronika Tomczyk, quien publicó los primeros resultados en su disertación doctoral.
